jueves, 16 de enero de 2014

10 Años

Hace 10 años descubrí una parte del mundo exageradamente especial y bonita, un viejo conocido nos llevó al fin del mundo, y sí, cuando pensamos que está a miles de kilómetros de aquí, no es más que la imaginación o la constante de las agencias publicitarias de mostrarnos el ocaso en ultramar.
Dirección a una tierra propia y desconocida para las grandes masas y el ladrillazo aterrador que cercena las aristas de nuestro país, un lugar donde se acaban las autopistas y empieza el tronar de los grandes bosques, un lugar que deja atrás el sinsentido de la urbe para lograr el equilibrio entre la tierra y el ser humano, un lugar donde los semáforos dejan paso a la libertad de circulación al mar, a los ríos y al explendor de las montañas y los valles.
Enfundados por una manta verde y frondosa nos introducimos en la esencia de la ribera del Eo, donde todavía se pregunta por el pan, la leche o demás elementos esenciales para sobrevivir, donde la calefacción, la luz o el agua se lleva encima, después de cortar algún tronco, aprovechar las horas que nos da el sol o beber del acantilado para refrescarse.
Invito (y me arrepiento por lo cuidado que está todo el entorno) a la gente que me lea, a descubrir un paraíso sin medida y donde el mayor de los problemas es no encontrarse un jabalí en medio de la triste carretera llena de curvas, a respirar la fotografía que muchas veces nos meten por los ojos, de lo que en realidad es nuestro paraíso natural.
Donde se come de puchero o donde un hasta luego es de corazón, donde se pasa frío y un chupito de aguardiente aligera el temblor, donde una mochila es la única ayuda, donde los ríos suenan o los árboles cantan, donde huele a madera y el orbayu es un fiel seguidor, donde un retiro es una cura sanitaria mental.

Bienvenido/a a todos esos maravillosos pueblos que conforman la Galicia-Asturiana, donde no existen fronteras delimitadas y el límite lo imponen las fronteras naturales,a Villanueva de Oscos, a Boal, a Santa Eulalia de Oscos, a San Martín de Oscos, a Vegadeo, a Castropol...y si me dejo alguno que se auto incluyan. Disfrutaran de la otra Asturies, de la que no sale en temas del carbón, la que no celebra todos los años los premios príncipe de Asturias, la que no celebra los goles en el Molinón, la que no se baña en las aguas de Rodiles o Gulpiyuri, la que no huele con esencia de Cabrales, la no sometida a procesos de re-re-re-industrialización, la que no pasa la Y griega o el túnel del Negrón, la que entiende de calma, de conservación del patrimonio asturiano (naturaleza), de las antiguas labores, del culín de sidra bien escanciao o el albariño reposao, la del pulpo amariscao y el boutelo, la del tronco en el camino o las nieves invernales...

10 años después,vuelvo a recordar que el fin del mundo, está más cerca que lejos.